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Friday, September 13, 2019

LOS PERROS DE SELIGMAN Y LA "IMPOTENCIA APRENDIDA"


Ocurre en todo tipo de organizaciones. De hecho, es probable que lo haya visto antes o incluso lo esté experimentando ahora mismo en su trabajo: ese ambiente en el que todos parecen estar frustrados y quejándose constantemente; donde parece que nadie está interesado en crecer, los problemas no se resuelven y las personas hacen lo mínimo necesario porque no están motivadas. Ese ambiente donde el sentimiento generalizado de “no vale la pena intentar, al final nada va a cambiar” es más común de lo que se piensa. ¿Por qué?

En 1965, Martin Seligman, impulsor de la corriente de la psicología positiva, junto con sus colegas estaban investigando el condicionamiento clásico, proceso por el cual un animal o un humano asocian una cosa con otra. En el caso del experimento de Seligman, un grupo de perros fueron puestos en observación: se tocaba una campana y luego el perro recibía una ligera descarga eléctrica. Después de repetir el proceso varias veces el perro, tan solo oyendo el sonido de la campana, reaccionaba como si hubiese recibido la descarga eléctrica.

En la segunda parte del experimento, Seligman colocó a cada perro en una jaula grande que estaba dividida en el centro con una cerca baja; el perro podía ver y saltar la cerca si era necesario. Solo un lado de la cerca estaba electrificado. Seligman puso a los perros en el lado electrificado y les administró una leve descarga eléctrica. Los investigadores esperaban que los perros salten al lado no electrificado de la jaula para evitar la descarga eléctrica, pero ocurrió algo inesperado: los perros se quedaron acostados, como si hubieran aprendido de la primera parte del experimento, que no podían hacer nada para evitar las descargas eléctricas. Así, los perros se dieron por vencidos en la segunda parte de experimento. Seligman describió esta condición como “impotencia aprendida” o “conformismo”; es decir el comportamiento de renunciar a hacer algo para revertir una situación negativa basado en la experiencia de que “las descargas eléctricas son inevitables.”

Seligman intentó la segunda parte de su experimento con un grupo nuevo de perros; es decir, perros que no habían recibido descargas eléctricas previamente. En este caso, los perros saltaron la cerca inmediatamente para evitar las descargas eléctricas. Esto confirmo la hipótesis que los perros del primer grupo realmente habían aprendido esa “impotencia” como consecuencia de su experiencia en la primera parte del experimento.

La forma como los elefantes son domados es otro ejemplo de impotencia aprendida. A temprana edad, el elefante es encadenado a un árbol. Al inicio el elefante se resiste y lucha vigorosamente por librarse de la cadena, pero después de un tiempo “aprende” que es inútil. Cuando esto sucede, el domador le quita las cadenas y lo ata al árbol con una cuerda común. Como en el caso de los perros de Seligman, la “impotencia aprendida” es determinante en el comportamiento futuro del elefante.

Las organizaciones son muy vulnerables a la impotencia aprendida, especialmente las organizaciones más grandes o las que tienen un modelo de organización burocrático. Cuando las personas se sienten incapaces de revertir una situación evidentemente negativa, permanecen indiferentes y tienen bajas expectativas acerca de su trabajo, es posible que la causa subyacente sea impotencia aprendida. En el largo plazo, la impotencia aprendida puede ser una causa de estrés en el lugar de trabajo. Por ejemplo, si un empleado tolera una situación desagradable porque piensa que no puede influir o cambiar la situación, su autoestima, o la confianza en sus capacidades, se ve negativamente afectada. Un estudio internacional realizado en 2002 y publicado en la “Revista Internacional de Gerencia" concluyó que la baja autoestima en el trabajo está relacionada con una mayor probabilidad de estrés y agotamiento.

En efecto, un lugar de trabajo donde las personas exhiben los síntomas de impotencia aprendida es toxico y deprimente. Las personas dejan de intentar cosas y se vuelven pasivas, sumisas y como consecuencia tienen muy bajas expectativas. ¿Cómo superarlo? Harrison Monarth, un consultor en desarrollo ejecutivo dice: "Las personas necesitan desarrollar su autoestima y creer que tienen un sentido de control sobre su situación, particularmente en tiempos de cambio e incertidumbre.”

Tom Peters, autor de “En busca de la Excelencia” dijo una vez: "Los líderes no crean seguidores; crean más líderes”. Otorgar a los empleados autonomía real y ayudarlos a sentirse más poderosos no solo es su mejor oportunidad para contrarrestar la tendencia de desconexión y apatía (impotencia aprendida); sino que al final “es el corazón de la estrategia competitiva.”

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