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Sunday, August 11, 2019

CÓMO LOS ERRORES PREVIENEN ACCIDENTES AEREOS


Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 13,000 aviadores estadounidenses perdieron la vida en accidentes de entrenamiento; es decir, cuando ni siquiera se habían enfrentado al enemigo. El famoso bombardero Boeing B-17, por ejemplo, estuvo involucrado en una serie de accidentes de pista aparentemente inexplicables. En respuesta, el Ejército de los Estados Unidos encomendó a Alphonse Chapanis, un psicólogo con un Doctorado de la Universidad de Yale, la investigación de los accidentes que curiosamente ocurrían durante el periodo de aterrizaje. Al estudiar los detalles de los accidentes en profundidad: su cronología, particularidades y -por primera vez- sus componentes psicológicos, Chapanis llego a la conclusión de que el diseño de la cabina era uno de los principales factores contribuyentes.

Chapanis descubrió que los interruptores que controlaban los alerones en los B-17 eran idénticos a los interruptores que controlaban el tren de aterrizaje y las ruedas. Ambos interruptores tenían el mismo diseño y estaban colocados uno al lado del otro. En realidad, esto no representaba un problema cuando los pilotos estaban relajados y las condiciones de vuelo eran perfectas. Sin embargo, cuando los pilotos estaban cansados o se enfrentaban a una situación de estrés, por ejemplo, condiciones atmosféricas adversas, activaban el interruptor equivocado: en lugar de retraer los alerones para reducir la velocidad, retraían el tren de aterrizaje, haciendo que el avión se desplomara de “panza” sobre la pista, con resultados catastróficos.

A fin de prevenir futuros accidentes de este tipo, a Chapanis se le ocurrió la idea de cambiar el diseño de los interruptores de modo que éstos estén asociados directamente al equipo al que estaban conectadas. Al interruptor del tren de aterrizaje, por ejemplo, se añadió una pequeña rueda de goma y un pequeño alerón al interruptor conectado a los alerones del avión. De esta manera, los interruptores estaban visualmente asociados al equipo al que estaban conectados y eran fácilmente identificables bajo situaciones de estrés o presión. ¿Qué pasó después? Los accidentes de este tipo desaparecieron de la noche a la mañana. Esto sirvió para demostrar, por primera vez, que el problema no eran los pilotos sino el diseño y la disposición de los comandos en la cabina del avión.

En efecto, Alphonse Chapanis demostró que un diseño de cabina deficiente podría causar errores de pilotaje, incluso entre los pilotos más experimentados y mejor entrenados. Chapanis fue uno de los primeros en sugerir que la propensión de los seres humanos a cometer errores es inevitable y es significativamente mayor cuando están cansados ​​o cuando están en una situación de estrés. Su principal aporte fue demostrar que las personas tienen límites, y muchos de sus errores son efectos predecibles de esos límites.

Después de la guerra, este método de aprender de los errores se ha abierto camino en muchos campos, como la industria de alto riesgo, el manejo de catástrofes y la medicina, entre otros. En efecto, después de Chapanis, muchos estudios se concentraron en el estudio del diseño de tecnología tomando en cuenta “factores humanos” (Ergonomía). En esta perspectiva, el “error humano” es a menudo la causa superficial del problema y la raíz del problema puede estar escondido en el diseño del sistema (tecnología) en el que opera. 

Desde la investigación de Chipanis, la seguridad en la industria de la aviación se concentró en reducir la probabilidad del “error humano” en lugar de concentrarse exclusivamente en el entrenamiento del piloto. Es decir, en lugar de buscar o entrenar pilotos perfectos, es mucho mejor diseñar sistemas que minimicen o mitiguen los errores humanos que son en esencia inevitables. En esta misma lógica, en 1967, el gobierno americano creo el Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos. (NTSB, por siglas en inglés) como una instancia especializada e independiente para la investigación de los accidentes aéreos. 

Desde entonces, un equipo de expertos dirige una “autopsia técnica” de los accidentes aéreos con el fin de determinar las causas reales del accidente y sugerir medidas correctivas que son de aplicación obligatoria para los fabricantes de aviones y aerolíneas que operan en los Estados Unidos. En gran medida, debido al trabajo de esta agencia, volar en un avión comercial hoy es estadísticamente una de las formas de transporte más seguras del mundo.