Parece ser
una regla: mientras más experta es una persona en un área de conocimiento,
menos creativa e innovadora es. ¿Qué significa esto? Hay un experimento
muy simple y bien conocido que puede ayudarnos a entender este fenómeno conocido
como la paradoja del experto: coloque en una botella media docena de abejas y
la misma cantidad de moscas, luego coloque la botella horizontalmente, con su
base apuntando hacia la ventana y vea que pasa.
Está científicamente
demostrado que las abejas son más inteligentes que las moscas, y por esta razón,
muy pronto notará que las abejas piensan lógicamente y se dirigen hacia la luz.
Las abejas evidentemente imaginan que el escape de la botella debe estar allí donde
la luz y la claridad es más intensa; actúan en consecuencia y persisten en lo
que parece ser una acción lógica. Para ellos, el vidrio es un misterio
sobrenatural y no tienen experiencia en este tipo de “atmósfera repentinamente
impenetrable”. Paradójicamente, es precisamente su inteligencia y su familiaridad
con la luz lo que hace más inadmisible e incomprensible el extraño obstáculo. Las
abejas persisten tratando de traspasar al otro lado de la base de la botella
volando hacia la luz, hasta que finalmente mueren de cansancio o hambre.
Las moscas,
por otro lado, no actúan lógicamente y no pueden percibir una salida obvia, así
que zumban al azar, rebotando entre las paredes de la botella, intentando todo y
cualquier cosa para escapar. Muy pronto alcanzan el cuello de la botella, en el
lado opuesto a la base, y después de unos pocos intentos mas logran escapar. Las
moscas, al contrario de las abejas, actúan sin lógica evidente, no tienen
conocimiento de la luz y por eso revolotean sin dirección, de aquí para allá,
golpeando la base y las paredes de la botella, a través de lo que bien podríamos
llamar una acción de “ensayo error”, hasta que encuentran la salida al otro
lado de la luz.
Es
interesante notar que, al perseguir todas las alternativas imaginables, las
moscas escapan mientras las abejas perecen porque creen que la luz es la única
salida porque, después de todo, generaciones de abejas tuvieron éxito siguiendo
la luz. "Este es un buen ejemplo para mostrar que muchas veces la solución
de un problema depende más de intentar alternativas que de enfocarse en una sola
forma lógica o tradicional de solucionar un problema”, dice Michael Michalko, un
experto en pensamiento crítico.
La paradoja
del experto es, en la realidad, mucho más común de los que pensamos. Acá están algunos ejemplos: Los fundadores de
Apple, Steve Jobs, y Steve Wozniak intentaron sin éxito que Atari y
Hewlett-Packard se interesaran por su computadora personal. Steve Jobs recuerda:
"Fuimos a Atari y le dijimos:" Oye, tenemos un producto nuevo que es
increíble, ¿les gustaría financiarnos? Incluso podríamos acordar una sociedad y podríamos
trabajar para ustedes, solo estamos motivados para poner esto en el mercado, ¿qué
dicen?, sus expertos se rieron y dijeron que no. Luego fuimos a Hewlett-Packard
y nos dijeron: ‘Oye, no les necesitamos…ni siquiera han terminado la
universidad."
Ken Olson,
presidente, presidente y fundador de la extinta Digital Equipment Corp. (DEC),
pensó que la idea de una computadora personal era absurda, en una ocasión dijo,
"no hay razón para que alguien quiera una computadora en su hogar".
Robert Goddard, el padre de los cohetes modernos, fue ridiculizado por la
comunidad científica de su época por sus revolucionarios cohetes de combustible
líquido. Incluso un grupo de científicos, en una nota editorial del New York
Times (1921), afirmaban que Goddard carecía de conocimientos básicos de ciencia.
Pierrre Pachet, un reconocido profesor de fisiología y experto en el área
declaró una vez: "La teoría de los gérmenes de Louis Pasteur es una
ficción ridícula". O piense en Philo Farnsworth, quien inventó la
televisión cuando tenía doce años mientras trabajaba en la granja de su padre,
pero nadie dio crédito a sus ideas.
Parece que cuando
un experto percibe alguna forma de discrepancia entre su conocimiento y una nueva
posibilidad, rápidamente concluye que es imposible. “Esto nos ayuda a entender
por qué el cambio evolutivo a menudo pasa desapercibido para el experto; también
explica el fenómeno, bastante común, donde a un principiante se le ocurre una
idea o idea innovadora que los expertos lo ignoran o lo pasan por alto durante años”,
dice Michalko.
El hecho es
que estamos educados para pensar reproductivamente, como las abejas en el
experimento. Cada vez que nos enfrentamos a un problema, nos fijamos en algo de
nuestro pasado que ha funcionado antes y lo aplicamos al problema. Si no
funciona, concluimos que no es posible resolverlo. Las moscas se parecen a los pensadores creativos: mientras vuelan de aquí para allá explorando todas las
posibilidades, a través de la prueba y el error, encuentran el camino a la solución.
"La lección para nosotros es abordar siempre un problema en sus propios
términos y considerar todas las alternativas, incluidas las menos obvias",
concluye Michalko.